“ASELÉCTRICA buscaba personas que quisiesen irse durante dos o tres años a trabajar a Mineapolis, donde se estaba gestando el centro de control eléctrico que más tarde se implantaría en Red Eléctrica. No era necesaria experiencia previa ni conocimientos técnicos avanzados” porque, según describe Ana, de esto nadie sabía nada y mi tarea era aprender cómo hacerlo.

Lo único que se necesitaba eran ganas y Ana no se lo pensó dos veces e hizo las maletas. Pero a ese viaje no iría sola, sino que iría en compañía de su marido, que no acompañándole a él. “Algunos compañeros parecían algo extrañados por el hecho de que fuera él quien me acompañase a mí”. Algo había hecho click y los roles, por una vez, se habían cambiado.

Y es que, Ana fue pionera por partida doble: fue la primera profesional titulada que formó parte de la plantilla de Red Eléctrica y también la que, en 1988, estrenó una de las medidas más extendidas para la conciliación de la vida laboral y familiar: la reducción de jornada.

Tres décadas después, Ana cree que las mujeres “tenemos que aprender a rebajar nuestros niveles de autoexigencia” porque ella se sintió “desbordada” y “más limitada”, aunque “con el tiempo he visto que no es así”.

Confiesa que lo hizo con temor a que esta decisión pudiera costarle caro en su desarrollo profesional “y luego no ha sido así”: hoy está al frente de la Dirección de Tecnologías de la Información de Red Eléctrica, el gran engranaje informático que se esconde detrás del transporte y la operación de energía eléctrica.


Las mujeres en Red Eléctrica...