“Me gusta cómo trabajas. Si hay que subirse a un transformador, te vas a subir, ¿no?”.

Eva Pagán recuerda así la pregunta que le hizo el que sería su jefe durante la entrevista antes de contratarla. “El hombre que me contrató, en 1995 y tras un año como becaria en su departamento, era un adelantado de su tiempo en diversidad”, matiza. Si no fuera por él, seguramente no lideraría desde 2015 la Dirección General de Transporte de Red Eléctrica, una encomienda que no es baladí: 900 personas trabajan en esta área de la compañía encargada del diseño, construcción y mantenimiento de infraestructuras de alta tensión.

Le gustaban las máquinas y la electrónica, así que no se lo pensó dos veces: firmó su primer contrato y, siete años después, pasó a coordinar un equipo de Mantenimiento de Subestaciones como jefa de servicio. Este primer ascenso coincidió también con su estreno como madre y desmontó otro tópico: el de que el compromiso profesional de ellas es menor que el de ellos.

Por otra parte, si bien el respeto profesional por parte de sus compañeros era “total”, en los grupos de trabajo y foros internacionales en los que participaba se sentía “en absoluta soledad” por la escasa presencia del talento femenino.

En este sentido, Eva cree que para seguir avanzando es necesario “dar más formación y más confianza en sí mismas a las profesionales” para que puedan alcanzar sus metas. En alguna ocasión, añade, le ha costado convencer a alguna aspirante a ser promocionadas para que acepten el ascenso. “Yo he tenido cargos de responsabilidad y también he tenido hijos porque además de ser madre, he querido ser muchas otras cosas más”, concluye.


Las mujeres en Red Eléctrica...