Somos un gestor global de infraestructuras esenciales de electricidad y telecomunicaciones
- Del total, 422 millones corresponden a ahorros en el mercado diario y 106 millones a ingresos adicionales por rentas de congestión.
- Así, se ha reducido en un 30% la media absoluta en la diferencia de precios entre ambos países y han incrementado en un 55% los ingresos del sistema eléctrico español por rentas de congestión.
Cuatro años después de su inauguración, en octubre del 2015, la interconexión eléctrica que une España con Francia por los Pirineos, entre Santa Llogaia (Girona) y Baixàs (Rosellón), ha permitido un ahorro acumulado de 528 millones de euros para el sistema eléctrico español, de los cuales 422 corresponden a ahorros en el mercado diario y 106 a ingresos adicionales para el Sistema por rentas de congestión.
Además, en este período, la interconexión ha reducido en un 30% la media (absoluta) de la diferencia de precios entre España y Francia en el mercado diario (de 16,72 €/MWh en 2014 a 11,58 €/MWh en el primer semestre de 2019), y ha incrementado en un 55% los ingresos de congestión (de 72 millones de euros en 2015 a 112 millones en 2018).
Tras su puesta en servicio, España consiguió doblar la ratio de intercambio energético, que pasó del 1,4% al 2,8%, sin embargo este sigue estando muy lejos del objetivo de la Unión Europea, fijado en el 10% de la capacidad energética del país para 2020 y en el 15% para 2030.
Las cifras económicas del proyecto hasta la fecha superan su amortización total por parte española. La obra supuso una inversión entre los dos países de 700 millones de euros, que se financiaron a partes iguales por parte de Red Eléctrica de España y su homólogo francés Reseau de Transport d’Électricité. La interconexión también fue financiada por la Unión Europea con una subvención de 250 millones de euros.
Las interconexiones eléctricas son vitales para la seguridad energética europea y su competitividad, así como para una mejor consecución de los objetivos de descarbonización y de lucha contra el cambio climático a los que la UE se ha comprometido. La Unión Europea considera que una red interconectada ayudará a alcanzar el objetivo de garantizar una energía asequible, segura y sostenible, compatible con el crecimiento y el empleo.
Así, el Consejo Europeo de marzo de 2002 en Barcelona, aprobó por primera vez el objetivo de que los estados miembros alcancen un nivel de interconexión eléctrica de al menos el 10% de la capacidad de producción instalada en 2020. Posteriormente, la cumbre Francia-Portugal-España que tuvo lugar el 4 de marzo de 2015, reafirmó mediante la firma de la Declaración de Madrid, la importancia de movilizar todos los esfuerzos necesarios para lograr el objetivo mínimo del 10% de interconexión eléctrica a más tardar en 2020 y aumentarlo en los años posteriores.
Un referente mundial
La interconexión eléctrica con Francia sigue siendo un referente mundial a nivel tecnológico. Con 64,5 kilómetros, el enlace entre ambos países fue en el momento de su puesta en servicio la línea de corriente continua más larga del mundo. Enlaza las poblaciones de Baixas, en la comarca francesa de Rosellón, y Santa Llogaia, en el Alto Ampurdán. Algo más de la mitad del trazado (33,5 kilómetros) discurre en territorio francés y el resto (31 kilómetros) en suelo español, atravesando los Pirineos mediante un túnel de 8,5 kilómetros y 3,5 metros de diámetro, la mayor parte excavado en la zona francesa. Con el objeto de minimizar el impacto ambiental, el trazado, soterrado en todo su recorrido, transcurre paralelo a la red ferroviaria de alta velocidad y a la autopista.
La decisión de soterrar la línea supuso un reto tecnológico de primer nivel. La longitud del trazado y su carácter subterráneo requerían que la electricidad circulase en corriente continua y no en alterna, que es la que circula en la mayor parte de las líneas. La corriente continua limita las pérdidas de electricidad, pero dada la tensión (320 kV) y la potencia de la instalación (2x1.000 MW), también necesita un cable especial. Por ello, los cables están hechos de cobre recubiertos de polietileno reticulado (XLPE, en sus siglas en inglés), siendo la primera vez que se usa este material a tal nivel de potencia y tensión en corriente continua.
También fue un hito utilizar en una línea de estas características la tecnología VSC (Voltage Source Converter), que permite agilizar la conversión de la corriente continua en alterna y viceversa, a la vez que facilita el restablecimiento del suministro tras un corte de dicho suministro.
Todo ello convirtió a esta infraestructura en una instalación pionera para futuros proyectos. Además, el proyecto sigue siendo un ejemplo de consenso territorial dado que tanto Red Eléctrica como RTE consiguieron llegar a acuerdos con los 26 municipios afectados. La implicación con el territorio y con el entorno se ha traducido en el cumplimento de cerca de 200 compromisos ambientales a lo largo de todo el trazado.